sábado, 14 de abril de 2012

LA ROBOTICA Y POSIBLES EFECTOS EN LA HUMANIDAD

La transformación de la robótica
            Bill Gates afirma que la robótica está hoy donde la computación estaba hace tres décadas. Ya robots cirujanos efectúan operaciones quirúrgicas, robots militares atacan posiciones enemigas en enfrentamientos bélicos, robots pilotos reemplazan a astronautas, vuelan aviones y manejan autos; robots industriales construyen máquinas muy diversas; robots caseros cuidan a niños y enfermos, incluso planchan la ropa, entre otras varias tareas domésticas. No actúan aún de manera óptima y autónoma en cada tarea, pero son persistentes, cada día mejoran. Si ya la gran mayoría de hogares tiene una PC y un celular, ¿cuántos años faltan para que también puedan tener su robot? ¿Qué podría significar ello para la sociedad humana?
            Cualquier adaptación a una nueva tecnología constituye un proceso complejo, no carente de traumas. La revolución industrial ha generado muchos beneficios y no pocos desafíos. El reemplazo de la carreta por el automóvil no fue celebrado por todos. De un lado, la competencia del libre mercado genera una variedad creciente de bienes a menores precios; de otro lado, la producción y el consumo generan desechos, cuyos costos pueden no resultar incluidos en el análisis de quienes deciden. Es indudable que las computadoras han generado una multiplicación obvia de beneficios, pero aún no sabemos bien cómo resolver algunos problemas éticos y políticos de su desarrollo como, por ejemplo, aquellos vinculados con los derechos de la propiedad intelectual y la violación de la privacidad online.
En un reciente artículo en Slate, el doctor Patrick Lin, director de Nanoethics, plantea algunos desafíos éticos de la robótica que será necesario atender en el futuro. Un robot, por ejemplo, puede generar no poco daño. Ya en 1979, en una planta automotriz de EEUU, se registró una primera muerte causada por un robot. Y, más recientemente, en 2007 –señala Lin– un cañón robótico del ejército de Sudáfrica disparó erróneamente, matando a varios soldados amigos e hiriendo a otros tantos. Y en 2010, incluso el Pentágono perdió control de un helicóptero no tripulado que sorpresivamente violó, por más de media hora, el espacio aéreo de la Casa Blanca.
Cuando un robot comete un error que implica vidas humanas ¿quién lo asume finalmente? Si un paciente muere como consecuencia de la operación quirúrgica realizada por un robot, ¿de quién es la responsabilidad? ¿Del diseñador de la máquina, del fabricante de la misma, del médico que eventualmente la operaba? ¿Y si el robot fue hackeado o intervenido por terceros? Hay que resaltar que, con el tiempo, los robots se volverán crecientemente autónomos. En pocas décadas, podrían existir personas con más de la mitad de su cuerpo o de su cerebro formado por piezas artificiales. ¿Serán ellas robots o personas? ¿Cómo precisar la diferencia? Si los animales tienen hoy algunos derechos, ¿los tendrán los robots algún día?
Uno podría afirmar, en teoría, que para minimizar los riesgos, los robots deben tener un control de calidad que garantice el cumplimiento de la ley o el cumplimiento de un estricto código de ética, aún por definirse. Se debería impedir, por ejemplo, la fabricación de robots criminales. Pero eso es más fácil de decir que de cumplir. Las leyes, o el contexto en el que se aplican, resultan muy difusos para que un robot las entienda con precisión. El uso de robots militares puede implicar cuestiones éticas aún no plenamente consideradas. ¿Cómo sería una guerra entre robots? Tecnológicamente –alerta Gates– su factibilidad está a la vuelta de la esquina.
La privacidad personal constituye otro tema. Ya existe la tecnología que permite a robots identificar caras a la distancia. Este elemento, conectado a bases de datos muy amplias y diversas, permite espiar con facilidad muchas cosas: la historia clínica de una persona, sus declaraciones de impuestos, las cuentas que tiene en tal o cual banco, las compras que hace, hasta sus infracciones de tráfico. Asimismo, un robot doméstico podría ser intervenido para ser monitoreado secretamente por terceros.
¿Resulta legítimo diseñar y construir máquinas que pueden autónomamente matar a personas? ¿O deben los robots –como las computadoras y los revólveres, por ejemplo– sólo ser vistos como herramientas y su fabricación ser normada correspondientemente? ¿Resulta válido transferir a máquinas la responsabilidad de cuidar a niños y ancianos? ¿Habrá algún día robots de compañía? ¿Cuándo se convertiría un robot en una persona civil con derechos y responsabilidades? ¿Será, entonces, legítimo tener robots esclavos? ¿O ellos, algún día, se querrán independizar?
La sociedad humana va a ser transformada por la robótica. La reducción de empleos será el menor de los problemas. Los riesgos de la dependencia tecnológica también deben tomarse en cuenta. Si los robots terminan siendo mejores cirujanos que los humanos, ¿quiénes querrán especializarse en esa difícil tarea? ¿Será finalmente el mundo mejor con menos cirujanos humanos? ¿Cómo hacer frente a la fragilidad creciente que ello genera? En el año 2000, el mundo se paralizó con el temor de que las computadoras actuarían como si se tratara del año 1900. Afortunadamente el efecto fue superado sin mayor problema. ¿Habrá más crisis de ese tipo en proceso?
Idealmente, los robots serán compañeros perfectos de sus dueños, los escucharán siempre, nunca los engañarán. ¿Cómo cambiarán las relaciones humanas con este nuevo desarrollo? Hay soldados que actualmente se emocionan hasta las lágrimas con robots que pelean al lado de ellos, algunos salvando vidas. ¿Cuál será el daño psicológico de cambiar relaciones humanas por relaciones robóticas? ¿Hay algo esencial en el contacto humano que el robot no puede reemplazar? ¿Qué es realmente?
¿Qué ocurriría si los robots se volvieran, de la noche a la mañana, a través de un virus que el crimen transnacional desarrolle, inoperantes o corruptos? ¿Hay la amenaza real de que sean finalmente robots los que hereden la Tierra? Éstas son algunas de las preguntas que plantea la ética robótica. Ellas afectan a todas las áreas del comportamiento humano. Y se van a tener que responder más rápido de lo que muchos creen.

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