domingo, 26 de agosto de 2012

Actividad minera puede crear 2.4 millones de nuevos puestos de trabajo


El Ministerio de energía y minas tiene listo un paquete de inversiones privadas por más de US$53,000 millones, de ejecutarse estos proyectos se crearían 2.4 millones nuevos empleos directos e indirectos en el país y las exportaciones crecerían en US$30,000 millones adicionales por año, según el estudio "Efecto de la minería sobre el empleo, el producto y la recaudación" realizado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), Asimismo, el estudio señala que el PBI del país aumentaría en 25%, es decir más de US$44,505 millones, respecto a la cifra alcanzada el 2011, tomando en cuenta precios de los minerales del 2007. Según el estudio, los ingresos fiscales del país por concepto de impuestos recaudados aumentarían en S/.23,000 millones anuales.
Si se analiza estas cifras, el Perú, pasaría a ser el primer país con mayor crecimiento en Latinoamérica. Bien allí, sin embargo, tratándose de nuestro querido Perú y conociendo como se maneja las concesiones mineras y la corrupción que campea en todas las instancias de nuestro sistema que acepta compromisos en papel  pero no obliga al cumplimiento en los terrenos de las propias minas, nuestro país podría convertirse en un territorio MARCIANO con una atmosfera acida.
Pero, esto tiene solución?, claro que sí, no podemos dejar  oportunidades de crecimiento y desarrollo que tanto lo necesitamos, países como Chile con una legislación minera mas simple que la peruana tienen un desarrollo minero que obedece a un PLAN INTEGRAL y las actividades de exploración y explotación cumplen estrictamente con la legislación chilena y los estándares internacional de protección ambiental, entonces como cumplirlo en Perú?, con la supervisión permanente de peritos internacionales y la exigencia del uso tecnológico y científico en los procesos que garanticen la protección ambiental, de no ser así, la legislación debe prever la anulación de  la concesión. Además los primeros beneficiarios directos de estos recursos mineros deben ser los habitantes de los lugares de se extraen, pero con infraestructura VIAL no solo a las minas sino a la población involucrada, con oportunidades de acceso a la tecnología y desarrollo de sus recursos agrícolas, ganaderos y forestales, con eficientes servicios básicos, solo así se lograría desarrollo con inclusión y responsabilidad social

lunes, 6 de agosto de 2012

DESRESGULARIZAR LA REGULACION: COSTOS Y BENEFICIOS MARGINALES.


 DESRESGULARIZAR LA REGULACION: COSTOS Y BENEFICIOS MARGINALES.
En nuestro querido Perú, queremos que todo se regule, se norme o se controle, sin embargo quienes elaboran las reglas de la regulación no entienden nada de costos y beneficios marginales que están inherentes en estas regulaciones, bueno; hasta aquí Ud no entiende nada, entonces a continuación les detallo algunos ejemplos prácticos.

Imagine que ha habido una fiesta en su casa. Varios de sus amigos han bebido más de la cuenta. Uno de estos vive a escasas diez cuadras de su casa. Usted le quita las llaves de su auto y le recomienda que mejor vaya caminando. Luego de convencerlo usted, orgulloso de haber actuado bien, se va a dormir tranquilo.
Al día siguiente se levanta con una terrible noticia: su amigo murió atropellado. Usted creyó haberlo enviado a un camino más seguro. Pero no era así. Alguien le comenta una estadística recogida por Levitt y Dumber según la cual hay ocho veces más posibilidades (medida por kilómetro recorrido) de morir caminando borracho de que alguien muera por un borracho conduciendo un automóvil. En el Perú hay más peatones borrachos que conductores borrachos como causa de accidentes. Usted, sin saberlo, envió a su amigo a una situación ocho veces más peligrosa. Entonces, la pretendida tolerancia CERO (deben conducirse automóviles con total ausencia de alcohol en la sangre) era una política regulatoria errada que no consideraba el costo marginal de la regulación en comparación con el beneficio marginal. Recorrer “la última milla” de la regulación cuesta mucho y trae pocos beneficios.
Lo cierto es que la regulación no solo nos trae problemas de mal cálculo o pobre evaluación de los costos y beneficios marginales.  También nos trae el problema de empujar a personas a desarrollar actividades que sustituyen las prohibidas y que terminan siendo más peligrosas o dañinas que las actividades que se regulan.
Por ejemplo, las normas para regular la mala práctica profesional a los médicos los conducen a desarrollar  medicina defensiva, es decir, a no operar casos con riesgos manejables solo por el temor a ser hechos responsables. Posiblemente más gente muera por no ser operada de la que moriría por una mala práctica médica. O también motiva a los médicos  a tomar exámenes exagerados para estar 100% seguros, haciendo por ejemplo que nos tomen demasiadas radiografías. Con ello aumentan ciertos riesgos como el de exponernos demasiado a los rayos X que incrementan la posibilidad de sufrir cáncer.
Otro efecto es la llamada regulación anecdótica: buena parte de las regulaciones parten de algún hecho aislado, usualmente vinculado a titulares en prensa o a la experiencia de algún funcionario. Como ocurrió un hecho no deseado, los reguladores reaccionan pensando qué podría hacerse para que ello no ocurriera sin analizar si, desde una visión integral y general, se justifica regular y si la medida tiene real sentido. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió hace unos días en Lima, la bajada Balta, donde un muro se derrumbó en el malecón frente a una construcción con una intensa cobertura de prensa. Desconozco qué causó el derrumbe, pero la Municipalidad de Miraflores ha reaccionado a la caída ocasional de un muro proponiendo una regla general que obliga a retirar la construcción en malecones cinco metros, reduciendo el área útil utilizable y el valor de los inmuebles. Ello sin tener claro si la medida es generalizable. Ejemplo típico de la regulación anecdótica.
Lo cierto es que la regulación abre la caja de Pandora y requiere tener claras las consecuencias reales o potenciales de regular.
Estoy seguro que muchos afirmaran que el valor de la vida es inconmensurable y no admite ningún sacrificio por el cálculo marginal. Entonces se justifica prohibir conducir con cualquier cantidad de alcohol  en la sangre. Pero les aseguro que ninguna de esas personas aplica a su vida diaria lo que predica. Todos hacemos, sin saberlo, un cálculo marginal, y ponemos en mayor o menor riesgo nuestra vida. Como bien dice el premio Nobel de Economía Gary Becker, todas las muertes son, en parte, un suicidio, porque están sujetos a muchas decisiones que pudimos tomar para ampliar nuestra posibilidad de vivir y no las tomamos.
Si a usted le gusta comer chorizos, es probable que sepa que comerlos en exceso puede ser dañino. Pero ¿dañino a partir de cuándo? ¿Comer un chorizo en la vida es peligroso? ¿Uno a la semana? ¿Uno diario? Es  posible que el efecto marginal en la salud de un chorizo en la vida sea deleznable. Su aporte marginal al riesgo es irrelevante. Por su puesto que se puede decir que desde el primer chorizo uno puede comenzar a reducir su expectativa de vida. Pero es marginalmente tan bajo, que muchos comen una cantidad moderada de chorizos durante su vida sin preocuparse. Por supuesto que podría imaginar que no comerlos nunca es mejor. Pero son pocas las personas que nunca han comido un chorizo o alguna comida que afecte su expectativa de vida.
Usted sabe que hacer ejercicio prolonga su vida y contribuye a una mejor salud. Pero pocos hacen tanto ejercicio como un atleta olímpico a pesar de que ello podría mejorar nuestra expectativa de vida. Marginalmente el costo de hacer tanto ejercicio puede ser muy alto y el beneficio marginal en expectativa de vida, luego de cierto punto, parece no ser relevante.
Ir al médico puede ser bueno para vivir mejor. Pero no conozco a nadie que vaya al médico todos los días, aunque ello pueda ayudarlo a vivir algo más. Ello porque la frecuencia excesiva tiene un alto costo marginal no justificado por el beneficio marginal de detectar más enfermedades. Un chequeo cada seis meses puede ser más que suficiente.
Lo cierto es que solemos ser muy ligeros cuando miramos las consecuencias de la regulación. Solemos sobreestimar sus beneficios y subestimar sus costos. Nos distraemos en razonamientos anecdóticos o en generalizaciones sin fundamento. Y subestimamos los efectos nocivos que generan y cómo terminan motivando la conducta de los regulados. Elevamos a categoría de valores irrenunciables aspectos a los que, en nuestra vida diaria, al menos en términos marginales, renunciamos todos los días.
Y es que en el nombre de la responsabilidad los reguladores suelen actuar muy irresponsablemente. Al final, todo estaría regulado bajo normas, leyes o simples disposiciones anecdóticas, entonces porque mejor AUTOREGULARNOS, en base a VALORES, buscando optimizar costos y beneficios marginales humanos y sociales? Donde se inicia?.