Mario
Brescia, estudió ingeniería agrícola en lo que hoy es la Universidad
Agraria. Tuvo tres hijos: Fortunato, Mario y Pedro. Fue presidente
del Club Nacional, fue uno de los “doce apóstoles” del primer gobierno de Alan
García. “Don Mario”, como también se le conocía, recientemente había
asumido la presidencia del BBVA Continental en reemplazo de su hermano
Pedro. En marzo pasado también había asumido las presidencias de Holding
Continental y de la Fundación BBVA Continental. Apenas el año pasado la
revista Forbes lo había incluído en su lista de las
personas más ricas del mundo. Su fortuna en ese entonces ascendía
supuestamente a US$1.8 mil millones. El Grupo Breca, fundado por su
padre, el italiano Fortunato Brescia Tassano, se dedicaba originalmente a
bienes raíces. Cuando éste falleció en 1951, sus hijos Mario y Pedro
pasaron a administrarla expandiendo su campo de acción a otras áreas, como la
agricultura, la pesca y la banca. Sufrieron mucho durante el gobierno
militar, cuyas expropiaciones y reformas los obligaron a diversificarse.
No obstante,
Mario Brescia era mucho más que simplemente un empresario exitoso, que de
hecho, indiscutiblemente lo era. Su liderazgo dentro del Grupo Breca no se
había debilitado con los años, sino que por el contrario, se había
intensificado. A diferencia de Dionisio Romero, Don Mario había mantenido
una vigencia directa y permanente en los negocios de la familia. Mantuvo
siempre una discreción mediática que lindaba con lo obsesivo, lo que hizo que
el público en general supiese poco de él, a diferencia de otros líderes
empresariales más reconocibles, como lo podrían ser Roque Benavides o Walter
Piazza.
Se caracterizó
por su fe católica (inculcada por su padre italiano), su constante compromiso
al trabajo, su entrañable amor a la patria, su conocida austeridad en el gasto
y en el endeudamiento y su fuerte honestidad. Todas estas virtudes se observaban
en su estilo de dirigir o mejor dicho de
gerenciar todo un conglomerado de fábricas, financieras y empresas de múltiples
rubros que iban desde el sector industrial hasta el sector construcción.
Deja
tras de sí no solamente la fortuna que los medios de comunicación están
repitiendo que habría acumulado, sino además un fuerte grupo con una inversión
diversificada en distintos sectores, más de 40 empresas, algunas de las cuales
se encuentran en intensivos procesos de internacionalización, lo que los coloca
una vez más a la cabeza de la tendencia del empresariado peruano, es decir
empresas peruanas que se globalizan. De todo esto, puedo comentar que no todo
aquel que ostenta grandes fortunas es un iluminado y guía a seguir, Don Mario
por lo poco que se conocía de su persona a no ser por estas breves líneas, dice
mucho de lo que fué, muy discreto, haciendo prevalecer la técnica sobre los
intereses políticos. Lo extremo no es nada saludable, el equilibrio de
persuadir con un respaldo de valores éticos, conocimiento y ser consecuente de
los pasos a dar, conllevan a un crecimiento personal, profesional y social en
beneficio de muchos. Siempre es digno reconocer los errores cuando algo no
depende de uno o se nos escapa de las manos. Don Mario fue un gran visionario
digno de ser respetado, no tanto por lo que acumuló y sus grandes metas, sino
por lo que ha generado, empleo para muchos de sus colaboradores en las empresas
que manejó, y la imagen empresarial peruana a nivel internacional. Esperemos
que sus herederos sigan esta senda forjada por este empresario e impulsen su
legado dejado. Que descanse en paz, pero imitemos su emprendedorismo. ….Ing°
Manuel Urcia Cruz.
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